(y 2)
Tuvieron que transcurrir 17 años para que Potter
publicara su segundo gran libro: Global bioethics, building on the Leopold
legacy (Potter, 1988). Este
mostraba desde la portada una concepción más amplia de la ética: “‘Bioética’:
biología combinada con diversos conocimientos humanistas que originan una
ciencia que establece un sistema de prioridades médicas y ambientales para una supervivencia
aceptable...”. Potter sostiene que no pueden analizarse las
distintas opciones médicas sin tomar en cuenta la ecología y los problemas de
la sociedad a escala global. En referencia del mismo Potter, uno de los maestros que más
le influyó fue T. Dobzhansky, un profesor de zoología en la Universidad de
Columbia quien en 1958 destacó tres aspectos que serían determinantes en el pensamiento posterior de Potter: 1) no podemos apoyarnos en ninguna ley biológica
para asegurar que nuestra especie continuará prosperando o continuará
existiendo; 2) la especie humana es el único producto de la evolución que sabe
que ha evolucionado y continuará haciéndolo; y 3) depende de la sabiduría
colectiva proporcionar el programa para el desarrollo evolutivo que la
naturaleza no ha desarrollado (Benavides Plascencia 2012: 20).
A lo largo del
libro Potter resalta también la importancia de la “ética de la tierra” propuesta por
Aldo Leopold en 1948 y que continúa siendo válida. Cuando Leopold menciona
tierra, se refiere “… no solamente al suelo; es una fuente de energía que fluye
a través de un circuito de suelos, plantas y animales…” (Potter, 1988). Aldo
Leopold, remarcó la importancia de la salud de los ecosistemas y de la biósfera
en general para la supervivencia humana. Estas proposiciones lógicas de Leopold
son reconocidas por todos aquellos preocupados hoy por la relación
hombre-ecosistema.
En este segundo libro, Potter profundiza en el concepto de supervivencia. Considera que este término no puede utilizarse sin adjetivos que lo califiquen. Por ello, sugiere cinco categorías de supervivencia: “básica”, “miserable”, “ideal”, “irresponsable” y “aceptable”. La básica implica sólo disponer de alimentos y albergue, como en las culturas de recolectores y cazadores. La miserable implica la vida al borde de la inanición y de la muerte por enfermedades principalmente infecciosas. La supervivencia ideal puede darse a distintos niveles y ocurre cuando un porcentaje importante de la sociedad posee la seguridad económica, la información y el comportamiento ético para promover la salud. La supervivencia irresponsable es lo opuesto a la ideal; representa el proceder irresponsable y la no preocupación por el presente ni por el futuro; es el proceder egoísta basado en los intereses de unos cuantos a quienes no les importa la salud de los ecosistemas; puede referirse a individuos, comunidades, corporaciones o gobiernos. La supervivencia aceptable es la basada en una actitud responsable hacia el individuo, la especie y la biósfera (Benavides Plascencia 2012: 21).
En la relación
del individuo con la sociedad Potter cree que, como ya apuntaba en el primer
libro, hay que superar la ética de carácter interpersonal para conectarla con
la bioética que contempla la relación del individuo con el resto de la
comunidad biológica. Y aun es necesario ir más allá. Según Potter, la ética
debe encaminarse hacia la supervivencia del planeta, en una ética global,
unificada y holística, que posea un enfoque mundial.
“… no es el
tiempo de la arrogancia, urge una humildad que nos permita admitir que ninguno
de nosotros sabe cómo ha de proceder la sociedad; la humildad que nos permita
escuchar para utilizar los pensamientos de otros; y finalmente, una humildad
que no sea sólo una máscara de incompetencia sino que esté dispuesta a medir su
competencia sobre la línea, para cruzar los límites disciplinarios, criticar y
ser criticado, y modificar una posición personal a través de la acción de un
grupo interdisciplinario. Este enfoque global de la bioética es urgente para
tratar algunos de los dilemas que actualmente encaramos…” (Potter, 1988).
Es la
“deliberación moral” o el método deliberativo que tantos frutos está dando en
el diálogo bioético. Según Diego Gracia, “la deliberación inherente a todo
proyecto específicamente humano tiene, pues, tres momentos: uno relativo a los hechos, otro a los valores implicados y un tercero a su realización práctica, es
decir, a lo que debe o no debe hacer. Este es el momento
propiamente moral, el relativo a los deberes.
El deber moral es solo uno y siempre el mismo: realizar valores, y realizarlos
lo máximo posible. La ética no trata de lo bueno sino de lo óptimo. De aquí se
deduce que hay tres tipos de deliberación. Una primera es la deliberación técnica, que tiene que ver con los hechos del proyecto de que se trate.
Otra segunda es la deliberación estimativa,
relativa a los valores del caso. Y
finalmente hay una tercera, la deliberación moral,
cuyo objetivo es determinar los deberes
en la situación concreta en que ha de tomarse la decisión. La deliberación
moral es la más compleja, porque estos tres tipos de deliberación no se hallan
articulados en paralelo sino en serie, de tal modo que la deliberación
estimativa necesita antes de la deliberación técnica, y la deliberación moral
no es posible si previamente no se han llevado a cabo las otros dos” (D.
Gracia, 2011: 111).
Ya no podemos seguir olvidando a Potter sin
darle la relevancia que se merece en el ámbito de la bioética interdisciplinar global.
Aunque muchas definiciones de bioética se han dado hasta el momento, parece oportuno dejar constancia de la más clásica, la que
encontramos en la introducción a la Encyclopedia
of Bioethics de 1995, 2ª ed., en la que siendo editor in chief Warren
Thomas Reich, definió la bioética como “the
systematic study of the moral dimensions—including moral vision, decisions,
conduct, and policies—of the life sciences and health care, employing a variety
of ethical methodologies in an interdisciplinary setting.” Esta definición sigue
manteniendo la gran Encyclopedia en
la 3ª edición de 2004. En
español se ha hecho clásica esta traducción: “el estudio sistemático de la
conducta humana en el ámbito de las ciencias de la vida y del cuidado de la
salud, en cuanto que esta conducta es examinada a la luz de los valores y
principios morales” (Stephen G. Post, 2004, XI). Tratando de enriquecer esta definición, aun a
riesgo de complicarla más, Francesc Abel (2001, 2007: 5-6) propuso la siguiente: “La
Bioética es el estudio interdisciplinar (transdisciplinar) orientado a la toma
de decisiones éticas de los problemas planteados a los diferentes sistemas
éticos por los progresos médicos y biológicos, en el ámbito microsocial y
macrosocial, micro y macroeconómico, y su repercusión en la sociedad y su
sistema de valores, tanto en el momento presente como en el futuro”.
Interesa recoger aquí la opinión de
otro experto pues, a medida que pasan los años, se va constatando mejor la
corriente dinámica de la evolución del diálogo bioético. Aunque admitía que “no
es una tarea fácil tratándose de una disciplina que está todavía en desarrollo
y cuyos límites son imprecisos”, Daniel Callahan, fundador y director del
Hastings Center (y la revista The Hastings Center Report), en 1995, reconocía,
aceptaba y justificaba la bioética como disciplina que se encuentra en la
intersección de distintas ramas del saber, con estas palabras: “La palabra bioética,
acuñada recientemente, ha pasado a significar más que un campo concreto de la
investigación humana en la intersección entre la ética y las ciencias de la
vida; es también una disciplina académica, una fuerza política en la medicina,
en la biología y en los estudios del medio ambiente; también significa una
perspectiva cultural importante. La bioética entendida en el sentido más
estricto es un nuevo campo que surge como consecuencia de los importantes
cambios científicos y tecnológicos. Entendida, sin embargo, en un sentido más
amplio, es un campo de conocimiento que se ha extendido y que, en muchos
ámbitos, ha cambiado algunos enfoques del conocimiento mucho más antiguos. Se
ha extendido hasta los ámbitos del derecho y las políticas de gobierno; ha
entrado en los estudios de literatura, historia y cultura en general; ha
entrado en los medios de comunicación social y en las disciplinas de filosofía,
religión, literatura; en los ámbitos científicos de la medicina, biología y
medio ambiente, demografía y ciencias sociales” [tomada de Abel, 22007,
10; Llano Escobar 2001: 149]. En la 3ª edición
de 2004 de la Encyclopedia of Bioethics
encontramos el texto original:
“The word bioethics, of recent vintage, has
come to denote not just a particular field of human inquiry—the intersection of
ethics and the life sciences but also an academic discipline; a political force
in medicine, biology, and environmental studies; and a cultural perspective of
some consequence. Understood narrowly, bioethics is simply one more new field
that has emerged in the face of great scientific and technological changes.
Understood more broadly, however, it is a field that has spread into, and in
many places has changed, other far older fields. It has reached into law and
public policy; into literary, cultural, and historical studies; into the
popular media; into the disciplines of philosophy, religion, and literature;
and into the scientific fields of medicine, biology, ecology and environment,
demography, and the social sciences” (Daniel Callahan, 2004: 278-279).
Este planteamiento de la bioética
abarca tanto el concepto marcadamente medioambiental que Potter tenía de la
Bioética en sus inicios como la perspectiva médica, ámbito en el que se
situaría al comienzo el ginecólogo y obstetra André Hellegers (1926-1979) del Kennedy Institute of Ethics
(Georgetown University, Washington). Pero, como recuerda F. Abel (22007:
37), “ambos suspiraban por una ética global”, según la terminología reciente de
Potter. Con lo que se pone de manifiesto que las diferencias entre los
pensamientos de André Hellegers y de Van Rensselaer Potter eran menores de lo
que se pensaba. Hellegers, que partió de una Bioética Médica, evolucionó hacia
una Bioética Global. El trabajo de Potter en la Bioética pasó desapercibido
durante mucho tiempo. Tal vez porque su filosofía ecológica no fue conocida,
comprendida o aceptada. Sin embargo, en el campo de la bioética medioambiental
tiene más de 50 publicaciones. Potter no tardaría muchos años en introducir el concepto de “Bioética
global”, como ya se ha indicado (Potter,
V. R., 1988). Pues se quejaba, con
razón, de que “la bioética
hubiera sido acaparada durante la siguiente década por los comités bioéticos
médicos que trabajaban en Centros de Bioética en el área clínica, tratando
problemas de vida y muerte que son todavía controvertidos”. Como científico
humanista beligerante y comprometido, propuso Potter un “credo bioético
personal”, que se encuentra al final de su libro: “Bioethics, Bridge to the
Future”.
Potter tenía
claro que la bioética como ciencia de la supervivencia debía ser algo más que
una ciencia y por eso quiso llamarla bio-ética para destacar dos pilares
básicos sobre los que debía fundamentarse: conocimiento científico (dirigido
por la biología) y los elementos de las ciencias sociales y humanidades;
también dio un peso importante a la filosofía como “amor a la sabiduría” (Quintanas,
2009: 3). Dice puntualmente Potter: “Yo soy de la opinión de que la
ciencia de la supervivencia debe ser construida sobre la ciencia de la
biología, ampliada más allá de sus fronteras tradicionales para incluir los
elementos más esenciales de las ciencias sociales y humanidades, con énfasis en
la filosofía en su sentido estricto, que significa ‘amor a la sabiduría’. Una ciencia
de la supervivencia debe ser más que una sola ciencia y por consiguiente
propongo el término bioética para poder enfatizar los dos más importantes
componentes para lograr la nueva sabiduría que tan desesperadamente
necesitamos: conocimiento biológico y valores humanos” (Potter 1971:2).
Según opinión de
Wilches Flórez, apoyada en otros autores, la función de la bioética puente se
transformó en una construcción de puentes hacia cada una de las especialidades
y de puentes entre las especialidades con el fin de desarrollar más a fondo una
bioética global. La bioética puente fue la primera etapa en el pensamiento de
la bioética. La segunda etapa fue la idea de bioética global, como una
moralidad en expansión que resultaría de la construcción de un puente entre la
ética médica y la ética medioambiental. El reconocimiento en la década de los
noventa (del siglo veinte) de una serie de dilemas éticos ha llevado a
reconocer que un puente entre la ética médica y la ética medioambiental no es
suficiente. Se requiere el surgimiento de la bioética profunda. La bioética
profunda demanda reflexión sobre las cuestiones de la supervivencia humana a largo plazo en
términos de naturaleza de la existencia humana. A Potter le preocupó la
educación, a fin de crear una sabiduría
que enseñe cómo usar el gran conocimiento que ha ido adquiriendo el ser humano
para que sea posible construir “un puente hacia el futuro”. Es decir el objetivo
de la bioética sería el trabajar a favor de la supervivencia del hombre y el
medio ambiente del que depende. Por eso se requiere una bioética global. Wilches Flórez concluye así:
“Coincido con
otros autores al pensar que la tarea actual de la bioética consiste en
estimular el sentimiento moral de la humanidad para que crezca en admiración,
amor y respeto por la vida para guiarla con el máximo de responsabilidad. El
horizonte de la bioética no se puede restringir
a los valores morales que entran en juego en el área de la salud, o al
de las investigaciones científicas en biotecnología o al de las ciencias
ambientales, o al de las ciencias sociales, el horizonte de la bioética es todo
lo anterior y mucho más; la bioética se expresa como transdisciplina que busca
una convergencia de relación ética de todos los saberes en torno al cuidado de
la vida del planeta, frente a una fragmentación de las ciencias en
conocimientos inconexos que terminan en la pérdida del sentido humano, como
también de mensajes de sentido que el mundo material ofrece al ser humano para
la compresión de sí mismo y del mundo” (Wilches Flórez 2011: 79-80).
BIBLIOGRAFÍA:
- D. Gracia, “Teoría y práctica de la deliberación moral”, en: L. Feito, D. Gracia, M. Sánchez (eds.), Bioética: el estado de la cuestión, Triacastela, Madrid 2011, 111.
- Stephen G. Post [ed.] Encyclopedia of Bioethics vols. 1-5, Macmillan Reference USA, New York 32004, p. XI.
- Francesc Abel, Bioética: orígenes, presente y futuro, Editorial MAPFRE, Madrid 2001 y 22007, 5-6.
- Alfonso Llano Escobar, ¿Qué es Bioética? Según notables bioeticistas, 3R EDITORES, Bogotá 2001, 147-167.
- Daniel Callahan, “Bioethics”, en: Stephen G. Post [ed.] Encyclopedia of Bioethics vols. 1-5, Macmillan Reference USA, New York 32004: 278-287, en especial 278-279.
- V. R. Potter, (1988). Global Bioethics. Building on the Leopold Legacy. Michigan State University Press, Michigan 1988.
- V. R. Potter Bioethics. Bridge to the Future. Prentice Hall. New York 1971:2.
- Ángela María Wilches Flórez. “La Propuesta Bioética de Van Rensselaer Potter, cuatro décadas después”: Opción, 2011; 27(66): 70-84.
- Juan Ramón Lacadena Calero:
No hay comentarios:
Publicar un comentario