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jueves, 6 de junio de 2013

BIOÉTICA: UN PUENTE HACIA EL FUTURO

(y 2)
    Tuvieron que transcurrir 17 años para que Potter publicara su segundo gran libro: Global bioethics, building on the Leopold legacy (Potter, 1988). Este mostraba desde la portada una concepción más amplia de la ética: “‘Bioética’: biología combinada con diversos conocimientos humanistas que originan una ciencia que establece un sistema de prioridades médicas y ambientales para una supervivencia aceptable...”. Potter sostiene que no pueden analizarse las distintas opciones médicas sin tomar en cuenta la ecología y los problemas de la sociedad a escala global. En referencia del mismo Potter, uno de los maestros que más le influyó fue T. Dobzhansky, un profesor de zoología en la Universidad de Columbia quien en 1958 destacó tres aspectos que serían determinantes en el pensamiento posterior de Potter: 1) no podemos apoyarnos en ninguna ley biológica para asegurar que nuestra especie continuará prosperando o continuará existiendo; 2) la especie humana es el único producto de la evolución que sabe que ha evolucionado y continuará haciéndolo; y 3) depende de la sabiduría colectiva proporcionar el programa para el desarrollo evolutivo que la naturaleza no ha desarrollado (Benavides Plascencia 2012: 20).

    A lo largo del libro Potter resalta también la importancia de la “ética de la tierra” propuesta por Aldo Leopold en 1948 y que continúa siendo válida. Cuando Leopold menciona tierra, se refiere “… no solamente al suelo; es una fuente de energía que fluye a través de un circuito de suelos, plantas y animales…” (Potter, 1988). Aldo Leopold, remarcó la importancia de la salud de los ecosistemas y de la biósfera en general para la supervivencia humana. Estas proposiciones lógicas de Leopold son reconocidas por todos aquellos preocupados hoy por la relación hombre-ecosistema. 

    En este segundo libro, Potter profundiza en el concepto de supervivencia. Considera que este término no puede utilizarse sin adjetivos que lo califiquen. Por ello, sugiere cinco categorías de supervivencia: “básica”, “miserable”, “ideal”, “irresponsable” y “aceptable”. La básica implica sólo disponer de alimentos y albergue, como en las culturas de recolectores y cazadores. La miserable implica la vida al borde de la inanición y de la muerte por enfermedades principalmente infecciosas. La supervivencia ideal puede darse a distintos niveles y ocurre cuando un porcentaje importante de la sociedad posee la seguridad económica, la información y el comportamiento ético para promover la salud. La supervivencia irresponsable es lo opuesto a la ideal;  representa el proceder irresponsable y la no preocupación por el presente ni por el futuro; es el proceder egoísta basado en los intereses de unos cuantos a quienes no les importa la salud de los ecosistemas; puede referirse a individuos, comunidades, corporaciones o gobiernos. La supervivencia aceptable es la basada en una actitud responsable hacia el individuo, la especie y la biósfera (Benavides Plascencia 2012: 21).

    En la relación del individuo con la sociedad Potter cree que, como ya apuntaba en el primer libro, hay que superar la ética de carácter interpersonal para conectarla con la bioética que contempla la relación del individuo con el resto de la comunidad biológica. Y aun es necesario ir más allá. Según Potter, la ética debe encaminarse hacia la supervivencia del planeta, en una ética global, unificada y holística, que posea un enfoque mundial.

     Dentro de la bioética global la mujer adquiere una importancia indiscutible, pues Potter considera que el énfasis en la ética de los individuos ha estado dominado por el punto de vista masculino. Pero las corrientes actuales en los estudios de género y la psicología feminista marcan un rumbo más acorde con los derechos humanos. Por eso, Potter propone la ética global basada en una combinación de derechos y responsabilidades en la que masculinidad y feminidad no son consideradas como mutuamente excluyentes. Potter termina el libro Global Bioethics en una perspectiva de futuro y de humildad, siempre en la buena línea del diálogo bioético:
 
    “… no es el tiempo de la arrogancia, urge una humildad que nos permita admitir que ninguno de nosotros sabe cómo ha de proceder la sociedad; la humildad que nos permita escuchar para utilizar los pensamientos de otros; y finalmente, una humildad que no sea sólo una máscara de incompetencia sino que esté dispuesta a medir su competencia sobre la línea, para cruzar los límites disciplinarios, criticar y ser criticado, y modificar una posición personal a través de la acción de un grupo interdisciplinario. Este enfoque global de la bioética es urgente para tratar algunos de los dilemas que actualmente encaramos…” (Potter, 1988).
 
    Es la “deliberación moral” o el método deliberativo que tantos frutos está dando en el diálogo bioético. Según Diego Gracia, “la deliberación inherente a todo proyecto específicamente humano tiene, pues, tres momentos: uno relativo a los hechos, otro a los valores implicados y un tercero a su realización práctica, es decir, a lo que debe o no debe hacer. Este es el momento propiamente moral, el relativo a los deberes. El deber moral es solo uno y siempre el mismo: realizar valores, y realizarlos lo máximo posible. La ética no trata de lo bueno sino de lo óptimo. De aquí se deduce que hay tres tipos de deliberación. Una primera es la deliberación técnica, que tiene que ver con los hechos del proyecto de que se trate. Otra segunda es la deliberación estimativa, relativa a los valores del caso. Y finalmente hay una tercera, la deliberación moral, cuyo objetivo es determinar los deberes en la situación concreta en que ha de tomarse la decisión. La deliberación moral es la más compleja, porque estos tres tipos de deliberación no se hallan articulados en paralelo sino en serie, de tal modo que la deliberación estimativa necesita antes de la deliberación técnica, y la deliberación moral no es posible si previamente no se han llevado a cabo las otros dos” (D. Gracia, 2011: 111).
 
    Ya no podemos seguir olvidando a Potter sin darle la relevancia que se merece en el ámbito de la bioética interdisciplinar global. Aunque muchas definiciones de bioética se han dado hasta el momento, parece oportuno dejar constancia de la más clásica, la que encontramos en la introducción a la Encyclopedia of Bioethics de 1995, 2ª ed., en la que siendo editor in chief Warren Thomas Reich, definió la bioética como  the systematic study of the moral dimensions—including moral vision, decisions, conduct, and policies—of the life sciences and health care, employing a variety of ethical methodologies in an interdisciplinary setting.” Esta definición sigue manteniendo la gran Encyclopedia en la 3ª edición de 2004. En español se ha hecho clásica esta traducción: “el estudio sistemático de la conducta humana en el ámbito de las ciencias de la vida y del cuidado de la salud, en cuanto que esta conducta es examinada a la luz de los valores y principios morales” (Stephen G. Post, 2004, XI). Tratando de enriquecer esta definición, aun a riesgo de complicarla más, Francesc Abel (2001, 2007: 5-6) propuso la siguiente: “La Bioética es el estudio interdisciplinar (transdisciplinar) orientado a la toma de decisiones éticas de los problemas planteados a los diferentes sistemas éticos por los progresos médicos y biológicos, en el ámbito microsocial y macrosocial, micro y macroeconómico, y su repercusión en la sociedad y su sistema de valores, tanto en el momento presente como en el futuro”.
 
  Interesa recoger aquí la opinión de otro experto pues, a medida que pasan los años, se va constatando mejor la corriente dinámica de la evolución del diálogo bioético. Aunque admitía que “no es una tarea fácil tratándose de una disciplina que está todavía en desarrollo y cuyos límites son imprecisos”, Daniel Callahan, fundador y director del Hastings Center (y la revista The Hastings Center Report), en 1995, reconocía, aceptaba y justificaba la bioética como disciplina que se encuentra en la intersección de distintas ramas del saber, con estas palabras: “La palabra bioética, acuñada recientemente, ha pasado a significar más que un campo concreto de la investigación humana en la intersección entre la ética y las ciencias de la vida; es también una disciplina académica, una fuerza política en la medicina, en la biología y en los estudios del medio ambiente; también significa una perspectiva cultural importante. La bioética entendida en el sentido más estricto es un nuevo campo que surge como consecuencia de los importantes cambios científicos y tecnológicos. Entendida, sin embargo, en un sentido más amplio, es un campo de conocimiento que se ha extendido y que, en muchos ámbitos, ha cambiado algunos enfoques del conocimiento mucho más antiguos. Se ha extendido hasta los ámbitos del derecho y las políticas de gobierno; ha entrado en los estudios de literatura, historia y cultura en general; ha entrado en los medios de comunicación social y en las disciplinas de filosofía, religión, literatura; en los ámbitos científicos de la medicina, biología y medio ambiente, demografía y ciencias sociales” [tomada de Abel, 22007, 10; Llano Escobar 2001: 149]. En la 3ª edición de 2004 de la Encyclopedia of Bioethics encontramos el texto original:
 
    “The word bioethics, of recent vintage, has come to denote not just a particular field of human inquiry—the intersection of ethics and the life sciences but also an academic discipline; a political force in medicine, biology, and environmental studies; and a cultural perspective of some consequence. Understood narrowly, bioethics is simply one more new field that has emerged in the face of great scientific and technological changes. Understood more broadly, however, it is a field that has spread into, and in many places has changed, other far older fields. It has reached into law and public policy; into literary, cultural, and historical studies; into the popular media; into the disciplines of philosophy, religion, and literature; and into the scientific fields of medicine, biology, ecology and environment, demography, and the social sciences” (Daniel Callahan, 2004: 278-279).
 
    Este planteamiento de la bioética abarca tanto el concepto marcadamente medioambiental que Potter tenía de la Bioética en sus inicios como la perspectiva médica, ámbito en el que se situaría al comienzo el ginecólogo y obstetra André Hellegers (1926-1979) del Kennedy Institute of Ethics (Georgetown University, Washington). Pero, como recuerda F. Abel (22007: 37), “ambos suspiraban por una ética global”, según la terminología reciente de Potter. Con lo que se pone de manifiesto que las diferencias entre los pensamientos de André Hellegers y de Van Rensselaer Potter eran menores de lo que se pensaba. Hellegers, que partió de una Bioética Médica, evolucionó hacia una Bioética Global. El trabajo de Potter en la Bioética pasó desapercibido durante mucho tiempo. Tal vez porque su filosofía ecológica no fue conocida, comprendida o aceptada. Sin embargo, en el campo de la bioética medioambiental tiene más de 50 publicaciones. Potter no tardaría muchos años en introducir el concepto de “Bioética global”, como ya se ha indicado (Potter, V. R., 1988). Pues se quejaba, con razón, de que “la bioética hubiera sido acaparada durante la siguiente década por los comités bioéticos médicos que trabajaban en Centros de Bioética en el área clínica, tratando problemas de vida y muerte que son todavía controvertidos”. Como científico humanista beligerante y comprometido, propuso Potter un “credo bioético personal”, que se encuentra al final de su libro: “Bioethics, Bridge to the Future”.
 
    Potter tenía claro que la bioética como ciencia de la supervivencia debía ser algo más que una ciencia y por eso quiso llamarla bio-ética para destacar dos pilares básicos sobre los que debía fundamentarse: conocimiento científico (dirigido por la biología) y los elementos de las ciencias sociales y humanidades; también dio un peso importante a la filosofía como “amor a la sabiduría” (Quintanas, 2009: 3). Dice puntualmente Potter: “Yo soy de la opinión de que la ciencia de la supervivencia debe ser construida sobre la ciencia de la biología, ampliada más allá de sus fronteras tradicionales para incluir los elementos más esenciales de las ciencias sociales y humanidades, con énfasis en la filosofía en su sentido estricto, que significa ‘amor a la sabiduría’. Una ciencia de la supervivencia debe ser más que una sola ciencia y por consiguiente propongo el término bioética para poder enfatizar los dos más importantes componentes para lograr la nueva sabiduría que tan desesperadamente necesitamos: conocimiento biológico y valores humanos” (Potter 1971:2).
 
    Según opinión de Wilches Flórez, apoyada en otros autores, la función de la bioética puente se transformó en una construcción de puentes hacia cada una de las especialidades y de puentes entre las especialidades con el fin de desarrollar más a fondo una bioética global. La bioética puente fue la primera etapa en el pensamiento de la bioética. La segunda etapa fue la idea de bioética global, como una moralidad en expansión que resultaría de la construcción de un puente entre la ética médica y la ética medioambiental. El reconocimiento en la década de los noventa (del siglo veinte) de una serie de dilemas éticos ha llevado a reconocer que un puente entre la ética médica y la ética medioambiental no es suficiente. Se requiere el surgimiento de la bioética profunda. La bioética profunda demanda reflexión sobre las cuestiones de la  supervivencia humana a largo plazo en términos de naturaleza de la existencia humana. A Potter le preocupó la educación, a fin de  crear una sabiduría que enseñe cómo usar el gran conocimiento que ha ido adquiriendo el ser humano para que sea posible construir “un puente hacia el futuro”. Es decir el objetivo de la bioética sería el trabajar a favor de la supervivencia del hombre y el medio ambiente del que depende. Por eso se requiere una bioética global. Wilches Flórez concluye así:
 
    “Coincido con otros autores al pensar que la tarea actual de la bioética consiste en estimular el sentimiento moral de la humanidad para que crezca en admiración, amor y respeto por la vida para guiarla con el máximo de responsabilidad. El horizonte de la bioética no se puede restringir  a los valores morales que entran en juego en el área de la salud, o al de las investigaciones científicas en biotecnología o al de las ciencias ambientales, o al de las ciencias sociales, el horizonte de la bioética es todo lo anterior y mucho más; la bioética se expresa como transdisciplina que busca una convergencia de relación ética de todos los saberes en torno al cuidado de la vida del planeta, frente a una fragmentación de las ciencias en conocimientos inconexos que terminan en la pérdida del sentido humano, como también de mensajes de sentido que el mundo material ofrece al ser humano para la compresión de sí mismo y del mundo” (Wilches Flórez 2011: 79-80).

BIBLIOGRAFÍA:
  • D. Gracia, “Teoría y práctica de la deliberación moral”, en: L. Feito, D. Gracia, M. Sánchez (eds.), Bioética: el estado de la cuestión, Triacastela, Madrid 2011, 111.
  • Stephen G. Post [ed.] Encyclopedia of Bioethics vols. 1-5, Macmillan Reference USA, New York 32004, p. XI.
  • Francesc Abel, Bioética: orígenes, presente y futuro, Editorial MAPFRE, Madrid 2001 y 22007, 5-6.
  • Alfonso Llano Escobar, ¿Qué es Bioética? Según notables bioeticistas, 3R EDITORES, Bogotá 2001, 147-167.
  • Daniel Callahan, “Bioethics”, en: Stephen G. Post [ed.] Encyclopedia of Bioethics vols. 1-5, Macmillan Reference USA, New York 32004: 278-287, en especial 278-279.
  • V. R. Potter,  (1988). Global Bioethics. Building on the Leopold Legacy. Michigan State University Press, Michigan 1988.
  • V. R. Potter Bioethics. Bridge to the Future. Prentice Hall. New York 1971:2.
  • Ángela María Wilches Flórez. “La Propuesta Bioética de Van Rensselaer Potter, cuatro décadas después”: Opción, 2011; 27(66): 70-84.
  • Juan Ramón Lacadena Calero:


 

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