Vicktor Frankl observó que la psicología había estado los últimos cincuenta años excesivamente cerrada en una preocupación: había centrado su atención casi exclusivamente en la mente y el cuerpo humanos. Frankl expresó su esperanza de que en los próximos cincuenta años se produjera una preocupación igual por el olvidado espíritu humano. Sabemos qué ocurre cuando la mente o el cuerpo son privados del alimento necesario; inexplicablemente, sin embargo, hemos ignorado el hambriento espíritu humano. Hemos silenciado selectivamente las persistentes preguntas del espíritu humano: de dónde venimos, qué somos y adónde vamos. El cuerpo y la mente son partes esenciales, interrelacionadas e interactivas de nuestra naturaleza humana, pero también lo es el espíritu.
Nosotros, como humanos, no solo somos espíritus, almas necesitadas de salvación. También somos mente y cuerpo, y nuestro viaje por la vida estará lleno de sobresaltos si tratamos de ser espirituales sin tratar de ser humanos. La teología tendrá que incluir de alguna manera una consideración de lo humano, lo mismo que la verdadera psicología tendrá que atender a la parte espiritual del compuesto humano. (John Powell, Prólogo, en: Martin H. Padovani, Cómo sanar relaciones y sentimientos heridos, EVD, Estella-Navarra 2010). Es necesario reafirmar lo que dice este autor.
Comenta J. Powell que Martin Padovani nos ayuda a vernos a nosotros mismos en las tres dimensiones: cuerpo, mente y espíritu. Y añade: "Él nos ayuda a entender la necesaria compatibilidad entre psicología y fe. Nos habla de una fe religiosa que ayuda: la que integra sentimientos y fe en una armonía total. Nos previene contra la fe religiosa que puede ser dañina... Como el autor, yo también veo que gran parte del sufrimiento humano es 'inútil'. Veo un cúmulo de sentimientos no expresados encarcelando a seres humanos torturados. Veo gente tratando de ser religiosa sin poner el mismo empeño en ser humana. Y, por supuesto, veo gente tratando solo de ser humana, como si la psicología fuera la única salvación. Ambas ilusiones pueden dar como resultado tristeza y desilusión".
Aquí no hay vuelta de hoja. O nos sentimos "dueños" de nuestra vida o nos pasamos la vida "inculpando" a los demás de nuestras desgracias. Para ser dueños hemos de descubrir "el sentido del valor personal, que es la columna vertebral de la identidad humana y la base esencial de la alegría humana". Lo que presupone, en segundo lugar, tener un sentido de responsabilidad personal. En definitiva, según John Powell, "o aceptamos una responsabilidad personal por nuestras vidas, como dueños de nuestras acciones y reacciones, o echamos la culpa de ellas a los demás". Por el primer camino, entramos en contacto con nuestros espacios interiores, cada vez más profundos, encontrando un mayor cúmulo de satisfacciones. Por el segundo, vamos por la vida poniéndonos trampas y "deshaciendo entuertos". Quien insiste persistentemente en eludir la responsabilidad, acaba sintiendo el cansancio y el peso de la vida, limita seriamente su potencial de autoconocimiento y, por tanto, nunca se conoce a sí mismo. Es la conclusión de un maestro del espíritu.
Comenta J. Powell que Martin Padovani nos ayuda a vernos a nosotros mismos en las tres dimensiones: cuerpo, mente y espíritu. Y añade: "Él nos ayuda a entender la necesaria compatibilidad entre psicología y fe. Nos habla de una fe religiosa que ayuda: la que integra sentimientos y fe en una armonía total. Nos previene contra la fe religiosa que puede ser dañina... Como el autor, yo también veo que gran parte del sufrimiento humano es 'inútil'. Veo un cúmulo de sentimientos no expresados encarcelando a seres humanos torturados. Veo gente tratando de ser religiosa sin poner el mismo empeño en ser humana. Y, por supuesto, veo gente tratando solo de ser humana, como si la psicología fuera la única salvación. Ambas ilusiones pueden dar como resultado tristeza y desilusión".
Aquí no hay vuelta de hoja. O nos sentimos "dueños" de nuestra vida o nos pasamos la vida "inculpando" a los demás de nuestras desgracias. Para ser dueños hemos de descubrir "el sentido del valor personal, que es la columna vertebral de la identidad humana y la base esencial de la alegría humana". Lo que presupone, en segundo lugar, tener un sentido de responsabilidad personal. En definitiva, según John Powell, "o aceptamos una responsabilidad personal por nuestras vidas, como dueños de nuestras acciones y reacciones, o echamos la culpa de ellas a los demás". Por el primer camino, entramos en contacto con nuestros espacios interiores, cada vez más profundos, encontrando un mayor cúmulo de satisfacciones. Por el segundo, vamos por la vida poniéndonos trampas y "deshaciendo entuertos". Quien insiste persistentemente en eludir la responsabilidad, acaba sintiendo el cansancio y el peso de la vida, limita seriamente su potencial de autoconocimiento y, por tanto, nunca se conoce a sí mismo. Es la conclusión de un maestro del espíritu.
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ResponderEliminarQué buena pinta tienen estas reflexiones. Me encantan
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